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Estas son algunas de mis traducciones publicadas hasta ahora.

CaféBabel

Noticias, reportajes y artículos de opinión

CaféBabel se define como «el primer medio participativo de Europa creado por y para los jóvenes sin importar la lengua que hablen o el país donde vivan». Y es que este espacio de noticias, reportajes, investigación y opinión se publica en seis idiomas y cuenta con una extensa red de traductores voluntarios sin la que esta gran aventura no sería del todo posible.

Si quieres saber más sobre CaféBabel.com te animo a visitar su web.

Algunos de los artículos que he traducido en CaféBabel.com son:

Renta de ciudadanía: solidaridad en la época del gobierno del cambio

Desde el pasado 6 de marzo, los italianos pueden solicitar la renta de ciudadanía. Luigi di Maio, vice primer ministro del Gobierno italiano y líder del Movimiento 5 Estrellas [...]

Białowieża, el bosque de la discordia

Con 150.000 hectáreas de vegetación pura, 10.000 años de historia y algunos de los últimos bisontes presentes en Europa, Białowieża, en Polonia, es uno de los pocos bosques vírgenes de planicie que quedan en el continente. En 2016 el Gobierno polaco [...]

Sylvana Simons: "El racismo en Holanda es estructural y está institucionalizado"

¿Puede una estrella de televisión cambiar un país? Sylvana Simons, de 46 años, lo intenta con Art1kel, el partido multiétnico holandés nacido en diciembre de 2016 cuyo objetivo [...]

'Termini Underground': la danza como forma de integración en Italia

Bajo los andenes de la estación más grande de Roma, el murmullo del ir y venir de los trenes da paso a otro tipo de sonido. El estudio de danza Termini Underground trabaja por la [...]

Algunos de los libros que he traducido en Babelcube son:

Luna

Luna, de Anna Nihil

Relato breve

Un cuento ligero como el viento, cautivador como el mar, maravilloso como la Luna.

A través de Babelcube, una plataforma que pone en contacto a escritores y a traductores para llevar los libros hasta el infinito (y más allá) en varios idiomas, tuve la oportunidad de traducir del italiano al español Luna, un relato breve, emotivo y cautivador, escrito por la joven bloguera y escritora Anna Nihil. Te dejo aquí un fragmento del primer capítulo del libro. Si te apetece seguir leyendo, puedes encontrarlo en: Barnes & Noble, Kobo, Scribd, Amazon y Google Play.

Luna, de Anna Nihil

La mujer misteriosa

Los golpes resonaron fuertes en el portal y los gemidos desgarraron el silencio.

El párroco se despertó sobresaltado. Se levantó deprisa y se puso el hábito. Intentar mantener en todo momento un aspecto pulcro iba con su cargo, era lo que se esperaba de él: debía ser el máximo ejemplo de orden, moralidad y misericordia.

También el ama se despertó. Asustada, al contrario que el párroco no se preocupó de su aspecto —no es que normalmente se ocupara demasiado de él—, se cubrió con una bata de lana y encendió la lámpara de aceite. Antes de correr a abrir a la pobre alma que gritaba desesperada fuera de la iglesia, pasó por delante de la habitación del párroco y dio unos golpes en la puerta para cerciorarse de que él también la hubiera oído.

—¡Padre! —lo llamó después de un par de toques en la madera.

—Sí, ya voy. —Abrió al instante, visiblemente intranquilo y receloso.

Tras el portón de la iglesia había una mujer, eso estaba claro.

El ama iluminó con la lámpara y el párroco deslizó el pesado hierro que hacía de seguro detrás de la puerta.

—¿Qué sucede, hija? —preguntó incluso antes de haber visto el rostro de la mujer.

—¡Está a punto de nacer mi hijo! ¡Estoy sola! ¡Ayudadme! —gritó la desesperada mujer.

Al oír esa respuesta el ama y el párroco casi habrían deseado volver a cerrar el portón.

Ninguno de los dos tenía afinidad con los niños y aún menos con las parturientas. Todos los miércoles, día de catequesis para los niños del pueblo, eran una pesadilla para ambos. El párroco no soportaba sus impertinentes preguntas y el ama detestaba el desorden que solo aquellas pequeñas pestes sabían crear.

Pero el Señor enseña a abrir la puerta a quien lo necesita… Ya se las arreglarían de algún modo.

El párroco intentó consolarse pensando que si ayudar a nacer a un niño fuera tan difícil, nunca habría nacido ninguno. Levantó la mirada hacia el cielo, se santiguó y abrió. Nada más abrir la puerta, extendió el brazo para dar apoyo a la mujer y la invitó a sentarse en uno de los bancos de la iglesia, pero para ella era demasiado incómodo estar ahí sentada. Un fuerte espasmo la impulsó a arrodillarse sobre el reclinatorio. Tenía el rostro desencajado y las manos cruzadas sobre el vientre, como si estuviera a punto de rezar la más sentida de las plegarias.

A la mujer, en realidad, le hubiera gustado tener la libertad de imprecar, pero se contuvo por respeto al lugar en el que estaba, a pesar de que para ella nunca hubiera significado mucho.

El ama se la miró mal, había adivinado sus intenciones, pero era normal, ¿qué podía esperarse de una mujer de mala vida? Bastaba con mirarle la ropa, y además estaba sola a esas horas de la noche… Una antipatía instintiva se apoderó de ella al momento.

El párroco interrumpió sus malos pensamientos, le pidió que trajera almohadas, mantas y todo lo que pudieran necesitar la mujer y la criatura que estaba por llegar. Tenían que improvisar un jergón que fuera cómodo.

El ama obedeció y, con rapidez, fue a coger lo necesario, aunque no pudo evitar resoplar enfadada, pues sabía que le iba a tocar a ella deslomarse durante toda la noche y cargar con toda la responsabilidad.

Resuelta, lo preparó todo, mientras el párroco se limitaba a rezar al lado de la mujer que empezaba a estar parto. Parecían el exorcista y la poseída por el demonio.

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Los momentos en que Dios es música

Los momentos en que Dios es música, de Paola Ferrero

Novela corta

Nuevamente a través de Babelcube tuve la oportunidad de traducir del italiano al español una novela corta titulada Los momentos en que Dios es música, de Paola Ferrero, que relata en primera persona el día a día de una joven cuya vida oscila entre una situación familiar complicada y su sueño de ser bailarina. Te dejo aquí un fragmento del primer capítulo del libro. Si te apetece seguir leyendo, puedes encontrarlo en: Barnes & Noble, Apple, Kobo, Scribd, Amazon y Google Play.

Los momentos en que Dios es música, de Paola Ferrero

Prólogo

Años 80, no importa exactamente cuándo. Una época en la que se respiraba frivolidad, en la que todo el mundo coqueteaba con el éxito y hacía que pareciera fácil, en la que todo parecía casi posible.

Un pueblecito de la provincia de Turín, no importa cuál. En la niebla de cualquier estación del año todos los lugares tienen el mismo aspecto. Y la misma esencia.

Una chica como tantas, con su vida complicada y sus sueños.

Una pasión fortísima a la que aferrarse.

Una música de fondo, constante y omnipresente, que le da un ritmo y un sentido a todo...

1

Antes de accionar la manilla de la puerta, recojo mi bolsa del suelo y me la cuelgo en bandolera. Me he puesto de pie antes de que el tren se detuviera, cuando al acercarse a la estación ha empezado a aminorar.

Me gusta mirar hacia fuera cuando el tren va despacio, sobre todo si son paisajes que conozco. Ya sé que una vez llegue a la estación tendré que retroceder caminando hasta la altura del paso a nivel, del campo deportivo, del paso elevado...

Lo hago todos los días y ahora ya se ha convertido en algo automático. Ni siquiera se me hace pesado.

El tren se para, abro la puerta y bajo los dos peldaños. A la vuelta siempre me quedo sentada en el suelo, entre compartimentos, cerca de la salida. No tengo ganas de buscar sitio después de ver como se cierran las puertas entre mis amigos, que se quedan en Turín, y yo, que vuelvo a casa.

Fuera hace frío. No me molesta. Recorro el andén y salgo de la estación sin mirar a mi alrededor. No hay mucho que ver. Muchos ladrillos grises, alguna planta, bancos, puertas y oficinas cerradas, una taquilla, un quiosco y alguna persona que viene o que va, nadie que me importe.

Pues eso, salgo de la estación. Giro a la derecha y después otra vez a la derecha en el semáforo. Bajo por la calle hacia mi destino, con pasos seguros y la cabeza gacha. Ya ha oscurecido y el aire está impregnado de humedad, como siempre. Un cono de aire blanco señala la presencia de las farolas que me guiarán en la niebla. A partir de un cierto punto se acaba la acera y tengo que cruzar al otro lado de la calle de modo que los coches me vengan de cara. Bordeo paredes grises, la fábrica y las casas. Después el espacio se abre y de nuevo siento la pendiente que aumenta y que tira de mí hacia la tienda donde me espera mi madre. Diez minutos de recorrido desde la estación. Parece una vida cuando caminas entre la niebla algodonosa, o sea, al menos diez meses al año.

Antes de decidirme a entrar en la tienda vuelvo a cruzar la calle. Paolo está cerrando y voy a charlar un rato con él, como cada vez que lo encuentro solo. La gasolinera está desierta. A esta hora casi todos por aquí están cenando al calorcito de sus cocinas. Son las siete y media de la tarde y las persianas metálicas de las tiendas ya están todas medio bajadas, incluida la de nuestra tienda de comestibles.

Paolo es majo. Hace un par de años que lo conozco y nos divertimos incordiándonos. No hay vez en la que él no empiece con los dobles sentidos y que yo no los secunde. No pierdo nunca la ocasión de darle a entender que no me parecería mal si lo intentara. Sé que lo hará, tarde o temprano, pero es un chico responsable. Y tiene novia. No es que yo quiera quitarle el sitio a Irene, nunca podría ir en serio con el empleado de una gasolinera. Quizá no sea lo bastante capullo como para gustarme y si se lo volviera, dejaría de interesarme.

Me ve llegar desde lejos, a pesar de la niebla. Me saluda con unas manos que huelen a gasolina, como siempre. Su sonrisa pícara me da a entender que ya está elucubrando algo que decir. Mientras hablamos y reímos lo miro fijamente a los ojos. Son verde oro, un color que me gusta mucho y que no es fácil de encontrar. El pelo lo tiene castaño claro y hace poco que se lo ha cortado. Ahora las orejas, pequeñas y perfectas, le quedan bien a la vista, con un brillantito en el lóbulo izquierdo. Sé que a su madre no le ha gustado el pendiente. No se ven muchos de esos por aquí.

Pierdo tiempo.

Mi madre me llama desde la tienda, es hora de irse. Ya ha cerrado caja, ha contado el poco dinero que da diariamente ese lugar y ha calculado lo que habrá que comprar al por mayor mañana a la hora de comer.

A mí no me entusiasma este sitio. No sé si es por la afrenta que representa para mi vida o si lo único que me fastidia es que sea tan normal. Tener una tienda de comestibles no es particularmente interesante, aunque en el fondo hasta me divierto cuando trabajo ahí ayudando a mi madre y a mi hermana. Quizá porque doy por sentado que durará poco y que ese no será mi trabajo. No el de verdad.

Me despido de Paolo y voy hacia donde está mamá. Ella, mientras tanto, baja la persiana metálica y abre el coche, nuestro 127 «sport-quería» rojo tomate de última mano. El único coche que podemos permitirnos. El único que podíamos pagar al contado en el concesionario después de que se nos llevaran el Uno.

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Gato gordo

Gato gordo: Instrucciones de uso, de Benedetta Alciato

Relato breve

En mi tercera colaboración con Babelcube me embarqué en la traducción del italiano al español de un entretenido relato breve ilustrado que hará las delicias de los amantes de los gatos. Es Gato gordo: Instrucciones de uso, de la escritora y traductora Benedetta Alciato. Te dejo aquí un fragmento. Si te apetece seguir leyendo, puedes encontrarlo en: Barnes & Noble, Apple, Kobo, Scribd, Amazon y Google Play.

Gato gordo: Instrucciones de uso, de Benedetta Alciato

INTRODUCCIÓN

No es fácil elegir un gato: esta mágica criatura de carácter polifacético sabe que tomará el control absoluto de vuestra casa y se enorgullece de ello.

Advertimos de inmediato que no sois vosotros quienes elegís al minino, ¡es él que os escoge a vosotros! Recordad siempre que desde el mismo instante en que sus almohadillas toquen por primera vez el suelo de su nuevo hogar, él será el amo y señor y vosotros no podréis hacer nada para evitarlo. JAMÁS.

1.        TIPOLOGÍA Y FORMA GEOMÉTRICA

Existen varios tipos de gatos, pero nosotros no hablaremos de razas o de mezclas. Nos limitaremos a analizar al gato gordo, porque sea cual sea el origen de nuestro nuevo amo sabemos que los caprichos que le daremos lo llevarán a adoptar la típica forma de pera, que unas veces será desmesurada y otras no.

Si no os gusta la idea de comparar a vuestro nuevo amigo con una fruta, necesariamente tenéis que recordar que los gatos tienen la capacidad de licuarse para asumir la forma que deseen. Ugo, mi adorado gordinflón de casa, por la noche es un círculo perfecto acurrucado en su camita, mientras que de día se vuelve rectangular, cuadrado o lineal, ¡depende de la caja en la que decidida pasar las siguientes cinco o seis horas!

2.        DEFECTOS DEL GATO GORDO

1.  DOLORES TEMPORALES del esclavo humano. En determinados momentos, cuando os invada el desánimo por no tener una adorable bolita de pelo hiperactiva, os vendrán ganas de coger en brazos al gato. ¡MUCHO CUIDADO! No lo miréis nunca directamente a los ojos, si estuviera despertándose podría intentar sacároslos de la manera más torpe.

El levantamiento de gato a menudo causa dolor de espalda, tortícolis y dolor de brazos, es como ir al gimnasio. Pero también puede tener beneficios, hablaremos de ellos un poco más adelante.

2.  La SOLEDAD del esclavo humano durante las larguísimas siestas de su nuevo compañero de vida. No os aventuréis a despertarlo, es él quien decide si, cómo y cuándo haceros compañía y dejarse acariciar.

3.  La CARTERA os disminuirá alarmantemente de tamaño. En un primer momento compraréis barritas, golosinas, rascadores, juguetes de todo tipo y precio… Después comprenderéis, pero todo seguirá igual. El pienso dietético al que estaréis atados de por vida y las cajas de los juguetes que le hayáis comprado os serán de gran ayuda cuando descubráis las necesidades primarias de vuestro amigo. Pero no olvidéis que al gato gordo enseguida le asquea todo en sus tres horas diarias de actividad, así que tendréis que sustituirle el pienso una vez a la semana o fingirá estar muriéndose de hambre y cuando hayáis terminado todas las marcas disponibles no intentéis volver a proponerle la primera, porque cuando se trata de comida él lo recuerda todo.

4.  INSOMNIO. El despertador de un felino estándar suena a las tres de la madrugada y vosotros deberéis estar listos para complacer a su majestad, a menos que prefiráis recibir arañazos o algún desaire peor. Al gato gordo no le gusta tener horarios ni le gusta la indiferencia y le importa un bledo si es de noche, si habéis trabajado todo el día o si os levantáis a las seis. Él sabe que vosotros trabajáis principalmente para él, dentro y fuera de casa. Y se aprovecha.

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El cuento de Cecilia

El cuento de Cecilia, de Debbie Manber Kupfer

Cuento infantil

Cecilia tiene la misión de encontrar a un humano, pero ¿será capaz de dar con el adecuado? Ha oído decir que son muy difíciles de educar.

La más reciente de mis colaboraciones con Babelcube me llevó a las calles de Jerusalén de la mano de la gatita Cecilia y la escritora Debbie Manber Kupfer con El cuento de Cecilia, un delicioso cuento infantil que traduje del inglés al español. Te dejo aquí un fragmento. Si te apetece seguir leyendo, puedes encontrarlo en: Barnes & Noble, Apple, Kobo, Scribd, Amazon y Google Play.

El cuento de Cecilia, de Debbie Manber Kupfer

Un pequeño gatito maullaba entre las garras del malvado perro Dogzilla el Vil. Había perdido toda esperanza de volver a ver su cuenco de comida.

Pero, ¿qué era eso? Volando por el aire llegaba Super Cici al rescate. Más rápida que una bola de pelo a toda velocidad, descendió en picado y liberó al gatito de los terribles dientes de Dogzilla.

Una vez más, un magnífico rescate de la fantástica Super Cici.

Cecilia bostezó. Abrió los ojos y se estiró. Había sido un sueño estupendo, pero ahora tenía hambre.

No sabía cuándo iban a llegar sus humanos a casa para darle de comer. Una vez ella misma había intentado abrir una de aquellas latas, pero no acabó de encontrarle el tranquillo.

Además, ¿de qué servían los humanos si no era para servir a los gatos?

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